Un döner mixto, por favor

De vez en cuando me puedo permitir el lujo de levantar la cabeza, abandonar durante un momento los PDF’s de la universidad y ver que está pasando en el mundo exterior a mi burbuja de estrés y bocadillos de la cafetería del conservatorio. Y qué decir, ya tenía asumido que como especie nos íbamos por el sumidero, pero últimamente estamos consiguiendo dar miedo (y porculo’) de verdad.

Apenas he tenido tiempo para informarme sobre lo que ocurre en el mundo, pero desde lo de Charlie Hebdo parece que la gente ha perdido la cabeza. Ayer que vi las noticias durante un rato, parecía que habían desarticulado células yihadistas hasta en la luna. ¿Acaso es Europa el Benidorm de los islamistas radicales?

Otro de mis momentos de lucidez informativa fue cuando una chica muy simpática me dio un ejemplar de un periódico que no voy a nombrar, porque 20 Minutos no me paga para que les haga publi, y ocupando toda la segunda página había esta noticia ( http://www.20minutos.es/noticia/2346154/0/policia-recomendaciones/identificaciones-protocolo/arabes-yihidistas/ )  aunque el titular era como «Se pone en marcha un dispositivo policial para vigilar a la «personas árabes»».

Están provocando terror en la gente, el punto exacto para no manchar la ropa interior pero lo suficiente para llevar el culo apretado cuando vas en metro, no es más que un truco publicitario del nivel de la teletienda:

Paso 1) Provocar un bombardeo mediático sobre lo radicales, peligrosos y locos que están los moros. Todos los días en la televisión, justo en el espacio que dejan los programas basura que reblandecen el cerebro, sale un señor con corbata y cara muy seria a decirnos que se ha detenido a chorrocientos yihadistas, pero que el país continua bajo amenaza de D̶a̶r̶t̶h̶ ̶V̶a̶d̶e̶r̶ Isis.

Paso 2) Por favor señor, tengo miedo de los moros malos, tenga usted acceso a toda mi privacidad para que vea usted que no tengo nada que ocultar, que no soy un terrorista, pero deme protección contra esos barbudos que hablan raro. Es primordial proteger a la población de… un momento, ¿de qué?

Paso 3) Ahora imaginad que una vez vuelva todo a la normalidad y la industria armamentística tenga su guerra de rigor, se aprueba alguna ley absurda que prohíbe las manifestaciones y las multa con un montón de pasta (por imaginar, eh) ¿cómo serán convocadas sin que se entere el lado oscuro? ¿Por telepatía? O mejor aún, imaginad una ley que prohíba la blasfemia, porque joder, la acabamos de tener con los moros por el tema de Mahoma y no es cuestión de meterse con los señores del espacio de cada credo. ¿Cómo pensáis cagaros en Dios de forma impune si os están vigilando? No sois terroristas, no tenéis nada que ocultar.

Y así, en tres sencillos hemos pasado de defender nuestra libertad de expresión contra la amenaza islámica, a que los terroristas de traje y corbata hagan una bola de papel con ella y nos la metan en la boca. Ya podían invocar a Huxley con la ouija para que nos diga lo imbéciles que somos.

La moraleja de esto es: la gente que cree en Dios es idiota, la que cree en los políticos, despreciable.

 

Pánico en el plató

Mi portátil ha muerto, justo el único fin de semana del año que tenía pensado estudiar. También es mala suerte. Pensaba que lo peor de todo iba a ser presenciar como esta tragedia afectaría a mi rendimiento académico, bajando mi media hasta en dos décimas, qué horror. Por supuesto me equivocaba, lo peor de todo ha sido que para pasar las horas muertas he tenido que ver la tele.

Hacía tiempo que no me concentraba en el contenido de la televisión, pues los últimos años solo era un zumbido molesto que se colaba en mis auriculares aprovechando la pausa entre canción y canción, hoy puedo afirmar sin miedo a equivocarme que la televisión es horrible. Por desgracia, mis padres tienen contratado algunos canales privados en un pack de televisión, no son más que series sobre crímenes en bucle, donde se repite el mismo capítulo muchas veces en el mismo día (poca broma, un día pusieron Hellboy 4 veces en un intervalo de menos de 18 horas).

Y como la cosa siempre puede ir a peor, pues no tuve otra idea mejor que poner un debate político que emiten en La Sexta los sábados por la noche. Supongo que será alguna especie de pienso industrial para pedantes que no salen de casa los sábados, seguro que hasta hay gente que presume de ello, un inciso, como civilización nos hemos atado la cintura a la cadena de un váter gigantesco y hemos saltado dentro de la taza.

Volviendo a mi amado debate, una de las primeras cosas que dijo uno de los participantes fue: «Va a ser interesante. seguro que hay mucha gimnasia dialéctica»,  Gimnasia dialéctica. Suena a onanismo salvaje. Pajas, vamos. Voy a tener que ponerme la chistera y el monóculo, pensé.

Y mientras sufría una de las digestiones más pesadas de mi vida, observe como dos periodistas de los periódicos más importantes de España (yo también creo que habría que definir el concepto de «periódico importante») llegaban a una discusión del tipo:

-¡Eso es mentira!

-¡Es verdad!

-¡Que te digo que es mentira!

Supongo que gimnasia dialéctica es bajar a comprar el pan en chándal, no hay otra explicación. Creo que jamás entenderé porque censuran las tetas en televisión y no a los estúpidos. Quizás lo peor de todo fue saber que esas opiniones de mierda eran compartidas por mucha de la gente común.

Volvía a mi habitación y cogí el ebook: Bukowski, ahora te entiendo mejor, para soportar este jodido mundo y toda la tropa de gilipollas que lo habitan hay que estar loco, o borracho, o las dos cosas…

El absurdo antes del absurdo

A veces recuerdo cuando tenía tiempo para escribir en el blog, cuando podía pasarme horas buscando palabras que describieran ideas o estados de ánimos. Ahora con suerte tengo algo de tiempo para respirar y doy gracias. Siempre he sido de sentarme en mi sillón metafórico y esperar la muerte de mis enemigos, pero todo cambia y mantener la mente ocupada durante todo el día tiene, aunque no lo parezca, sus ventajas.

Así que aquí estoy, casi la una y yo instalando un entorno de desarrollo para programación, echo de menos mi tiempo, sólo a veces, muy poquito. He tomado decisiones muy importantes en todo este tiempo, por ejemplo, no voy a peinarme en una temporada, me he vuelto fan incondicional de uno de mis profesores, él no se peina nunca y está como una regadera, le llamamos Moody. A parte de ser uno de los mejores profesores que he tenido hasta el momento, Moody es absurdo, y muy gracioso. En cierto aspecto quiero ser como Moody, rozando los 50 años (si no los tiene ya, soy pésimo para la edad) y un cachondo mental, un niño grande.

También he ¿decidido? probar cosas nuevas. Esta semana iba a preparar uno de los parciales más difíciles del curso y me he encontrado con que el viernes asisto a una velada de boxeo. Tócate los cojones. Espero sobrevivir y tal, pero por si un caso, donad mi cuerpo a la cafetería del conservatorio, ellos sabrán que hacer.

Y toda la culpa es de la tierra, que no deja de girar por muchos gilipollas que la pueblen. Mi consejo, metedles un puño por el culo. Metafóricamente o no, vosotros veréis.

Pole para Sutil

Escribo ahora mismo con las manos manchadas de sangre, sí señor juez, yo maté a Sutil. Y es que, su señoría, no puedo evitar decir estupideces cuando llega el momento, le juro a usted que es como la puerta giratoria de un hotel a toda velocidad, nunca sabes como va a acabar. Tenga piedad de mí señor y no me juzgue mal, pues una chica con el pelo raro me ha obligado a hacerlo todo.

Un día tus demonios te hacen bailar, otro día bailan una conga para ti, y al final aprendes cosas: valoras lo que tienes, reconoces tus errores y buscas un arreglo, utilizas la mayúscula después de un punto.  ¿Qué puedo hacer yo salvo tener buena voluntad y tratar de arreglar todo lo que mi yo del pasado rompió? Tengo la ligera sensación de que hago esta entrada sin sentido para leerla mañana y pensar: «Soy gilipollas, ¿por qué estaría yo de buen humor?».

Sea como sea, mi briconsejo es el siguiente: Odiad a vuestros Diegos (no es requisito que se llamen así, pero sí que sean gilipollas) y reid con vuestros amigos, lo demás es culo de facóquero.

 

Las notas de Kafka

Acabo de terminar «El proceso», incluyendo algunas notas agónicas del propio Kafka que me han reconfortado en cierta manera, pues si un genio como él tenia problemas para escribir, ¿cómo no los voy a tener yo? Quiero seguir creciendo, quiero seguir aprendiendo y quiero seguir dejándome los cuernos contra la página en blanco.

Supongo que mi mayor desgracia es que se me da bien lo que no me gusta, y me gusta aquello en lo que soy pésimo. Tengo que centrar mi cabeza en la universidad si quiero tener éxito, no aspiro a ser el número uno, no respiro de esos valores corruptos, no quiero vanagloriarme de ser una pieza buena del sistema, pero se me da bien. Supongo que tendré que aprender a transformar la frustración en la que me baño todos los días en un impulso positivo.

Ha vuelto a la ciudad, podrida y malvada, pero estoy más fuerte que nunca. He tratado con gente nueva, incluso en viejos conocidos, también he podido entablar relaciones con maravillosos personajes florecientes en mi camino, sacudirme un poco el pesimismo de encima y volver al absurdo total en el que estoy más que a gusto. En este lapso he tenido incluso tiempo de joder una relación muy valiosa y volver a recuperarla. A veces soy idiota, pero soy consciente de ello.

Y como dijo uno de mis mentores: «Te gusta la persona que puede(s) llegar a ser».

 

TODAS PUTAS

Aquí estoy, como una especie de soldado en su puesto de guardia. Me encuentro en el trámite al amanecer de un día gris y nublado, el verano está muriendo y probablemente tengamos tormenta, pero siempre estoy seguro, siempre estoy de vuelta en este descabellado «eterno retorno».

Escribir siempre de noche, cargando con el peso del mundo entero como imitadores de Atlas acaba pasando factura, y es que la felicidad se evapora y al final quedan las penas sedimentadas en los párpados, que pesan y siempre caen. Pero por desgracia el mundo sigue girando, siempre hay un nuevo amanecer gritando una nueva oportunidad para la gran venida.

Con una obsesión casi enfermiza los profesores de la universidad nos advierten de que tenemos que hacer cosas nuevas, de que tenemos que crear y que además, tiene que ser algo que venda, que nuestro futuro está en ser mercenarios de las grandes compañías. Qué triste. ¿Cómo se puede crear algo nuevo siendo viejo?

Y de este modo, permanecemos esclavizados a Dios, y aunque ahora éste lleve un traje caro y el pelo engominado, sigue queriendo fieles servidores para una falsa redención.

Voy a seguir viviendo mucho tiempo, entre ríos negros, ecos de tambores de guerra y mucha polución, y esa visión, la del eterno retorno al alba es la que me impide aceptar las reglas de los antiguos. Seré algo nuevo y probablemente absurdo, seré un fantoche atrapado en una realidad pero pienso regirme por mis propias normas, y arder para brillar.

Y aquí me quedo, mirando por la ventana, sonándome los mocos e imitando a Arrabal estando borracho: «El superhombre va a llegaaaaaaaaaarrr».

Frases sueltas

Creces, pues no te queda otra salida. Creces y ves cosas que siempre han estado, pero que jamás te habías percatado. Entiendes de que va la política, te indignas, descubres ideas antiguas, ideas muy buenas y que no se están aplicando. Eres el que más sabe. O no.

Admites que hay gente que sabe mucho más que tú y aprendes, pues estás del lado de los buenos y quieres profundizar en tus conocimientos. Tienes la verdad absoluta ante y la defiendes como cualquiera haría con ella ¿cómo es posible que todo el mundo no esté de acuerdo con esto? Te preguntas. Conoces las ideas, que te llevan a más ideas, a suaves giros (¿no era absoluta?). Después, cuando más cerca estás de ser el elegido, zas, se acaba.

Conoces a un profeta, conoces a un maestro, a un guía, y lo peor de todo es que es un jodido escéptico. Y así terminas tú, todo tu fanatismo, tu veracidad, tus pensamientos, todo es puesto en duda. Y lo haces tú mismo. Y piensas y vuelves a pensar. ¿Cómo había estado tan ciego?

Existencialismo, escritores con crítica social, libros, más libros, te juras que esta vez tu conocimiento estará basado en eso que ha despertado, ese picor en la espaldas que aprendes a llamar pensamiento crítico. ¿Pero cómo puede ser? Una y otra vez.

Dios ha muerto y nosotros lo hemos matado. La mayoría nunca tiene razón porque la mayoría es estúpida. Vivimos en el peor de los mundos posibles. Vaya si parece que no soy ni el primero ni el último. Empieza tu metamorfosis. Acepta que vas a morir. Después acepta que cuando lo hagas, el mundo seguirá girando. Como último paso sufre durante meses, en silencio y a poder ser en tu propia casa. Haz un sacrificio por ese malsano «amor romántico».

Enhorabuena, tienes 21 años y te comportas como un viejo reaccionario.

La perdimos

No quiero abrir los ojos, noto que estoy sentado sobre una roca todavía cálida debido a los últimos rayos de sol, intento concentrarme para desterrar los pensamientos que me asedian desde hace horas, días, años. Entre todas las turbulencias encuentro un remanso de paz que me permite concentrarme en el lugar en que me encuentro. Escucho ruido de agua, el sonido de las olas al romper contra la realidad. No sé dónde me encuentro ni que hago aquí, e intento abrir lo ojos y entonces me veo.

Me veo a mi mismo, de algún modo. Hay alguien delante de mi, a quien no reconozco por su aspecto, jamás le había visto, pero algo en mi interior está lanzando gritos, ese soy yo. Y allí está ese extraño tan familiar, sentado sobre una roca y mirando al horizonte, viendo como se termina escondiendo el sol. Quiero escuchar mi voz, para saber que soy realmente yo, pero está encerrada en lo más profundo de mi pecho, atenazada por un nudo amargo que no soy capaz de superar.

Con los último reflejos rojizos, el astro rey se esconde completamente y nos deja solos. Intento ver mis ojos, que ahora son de un color pardo más oscuro y sólo encuentro una mirada cómplice de la locura y la desesperación. Entiendo que he perdido algo muy valioso, entiendo que todavía lo estoy buscando, debe ser algo tan importante para un hombre que su ausencia haga de la existencia algo superficial y soez. Todo en una mirada, que sólo se podría calificar de herida.

No puedo evitar llorar por él, y como si mis lágrimas llamaran a a la oscuridad de mi interior, todas las pequeñas estrellas que nos custodiaban empiezan a fundirse, el mar se embravece, como si odiara que alguien sin alma lo contemplara. Las olas enloquecen de ira, llegan hasta los pies del desconocido, intento gritarle que se vaya pero no puedo, me ahogo en mi mismo. Miro hacia atrás, buscando una salida al final que está a punto de suceder, pero me aterro, hay más mar. Él y yo estamos en mitad de la nada.

Un mar de corazón negro que nos rodea, una marea que sube sin cesar, vamos a desaparecer para siempre en medio de una tormenta amarga, sólo queda aceptarlo. Veo como el desconocido salta al agua desde la roca y camina adentrándose más en él, mucho más de lo que parecía posible. Siento su miedo y de repente, liberación. Lo último que veo es su esperpéntico cuerpo disolverse entre las aguas, como si del océano de la historia se tratara y vuelvo a estar a oscuras, con los ojos cerrados. Pensamientos en estampida me recorren, como un ataque indiscriminado, intento no perderme más.

Todo cesa y escucho mi voz: «perdimos la libertad, ya no tenía sentido seguir luchando».

Iba a por trabajo y la perla estaba abajo.

Esto es maravilloso

Piso de Fortachones

Henry y Pepi antes de ir al mar, se dirigieron a Skinnypolis a comprar una lancha con un motor, y como conductor tenían al maestro Sapatilla, que era un castor tatuado con un máster en dirección de empresas. 

Llegaron a la orilla, sacaron la lancha del bolsillo mágico que le robó Pepi a Wargreymon, y pusieron rumbo a Cabrápolis, capital de la comarca donde está Fondo de Triquini.

Cuando llegan a Cabrápolis se encuentran una manifestación de cabras que quieren ser humanos, Pepi, para ayudar a las cabras que iban a dos patas porque querían ser humanos, se fue al jefe de los antidisturbios y les dijo: «Por mi hija pequeña que te disparo en toda la pierna». Y los antidisturbios salieron corriendo. Como agradecimiento las cabras manifestantes le dijeron a Pepi y compañía donde estaba la casa de la gran zebra Georgi Stefan, estaba en las afueras debajo de…

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El verano me toca los cojones

Es verano y hay demasiado tiempo para pensar. Pero claro, no tienes nada mejor que hacer salvo sudar a mares así que empiezas a poner en marcha la maquinaría. Ya casi han pasado las vacaciones y siento que he desaprovechado mi tiempo, pues salvo leer y ayudar un poco en casa no he hecho nada con mi vida en estos meses. Y si habéis leído alguna entrada anterior posiblemente sabréis la obsesión que tengo por hacer algo que quede para la posteridad.

Podría haber trabajado, ¿pero qué hubiera cambiado? Tendría el bolsillo un poco más lleno y hubiera tenido menos tiempo para reflexionar sobre lo ruinosa que es mi vida, el clásico truco de esconder la suciedad debajo de la alfombra y desear muy fuerte que desaparezca. También he intentado escribir algo propio, pero cada vez que empiezo algo, siempre suena pueril y horroroso, y me siento como un mono con un lápiz de minas.

No tengo ideas, por mi mente sólo pasan refritos de las historias que he leído, como si sólo fuera capaz de desmantelar lo que conozco y no de crear algo nuevo. Tampoco tengo disciplina así que no tiene mucho sentido quejarme. Siguiendo con un breve repaso de mi estado anímico, he descubierto que hay dos tipos de personas: las que odio y las que odio más todavía.

Eso último ha sido una exageración pues aunque estoy cerca todavía no me considero un misántropo. Pero es cierto que estoy perdiendo el contacto con mi gente de siempre, quizás por falta de interés bilateral. Y los demás me decepcionan, son como copias defectuosas de un molde original. Si bien es cierto que también hay gente con potencial para mantener buenas conversaciones, es evidente que no les interesa lo más mínimo mi presencia.

También he aprendido una verdad universal y es que, cuando más ignores a alguien, más interesado está por complacerte. Y por el contrario, si les dedicas alabanzas y admiración, te ignoran y pasas al otro lado. Es como un balanza, un pequeño juego. Después, en su puta división, están los gilipollas a los que detestas y que te ven por la calle, se paran y te preguntan «¿Qué tal el verano?».

Puedes quedar como una pardillo y contestar «pasando calor», puedes quedar como un pedante y decirles que has estado leyendo sobre la naturaleza humana para comprender el mundo o puedes encerrarlos en una cárcel submarina, como a los titanes. Aconsejo la tercera.

Ya queda poco para que esté quejándome de la rutina y sufriendo desengaños. Casi no puedo esperar.