Hoy he cumplido 21 años y creo que ya toca hacer balance y reflexión de todos estos años. Con más de dos décadas en este mundo noto que no he hecho nada de provecho. No soy nadie ni he creado nada que valga la pena. Soy uno más y quizás mi mayor inquietud es seguir así, estar de paso en esta vida y no cambiar nada.
Todos estos años haciendo uso de razón y no he conseguido nada. No soy capaz de decir según que, es imposible para mi decir «me gustas» porque no existo en ese plano. Las leyes de la estética me han condenado a la máxima soledad, crucificado en unas espinosas zarzas, creyendo en el romanticismo absoluto, pero este yace muerto desde hace siglos. Ya no existe, como yo.
No quiero cambiar, ese fantasma es lo último en lo que creo ciegamente y no podría soportar la idea de su pérdida. Soy un monstruo fruto del odio y la frivolidad, pero creo que sólo hay una cosa peor sufrir esta desértica soledad y es cambiar para adaptarse a la estupidez generalizada. Prefiero morir como un esperpento que ser el insulso príncipe. Años de tortura explícita en la peor época posible me han moldeado, soy las experiencias que he vivido y las sensaciones que he sentido.
He canalizado todas mis energías en cosas alternativas, evitando pensar en según que gente, el origen de mis males. Lo dejaría todo y me haría enterrador para sumirles en el olvido eterno. Ellos me humillaban, se reían de mi y todavía lo recuerdo, es el odio arraigado, ellos representan la normalidad, ellos representan el gran contenedor que es esta sociedad.
También abracé la política, buscando hacer algo productivo o contribuir en algo empecé a interesarme por estos asuntos. Me empapé del anarquismo de Durruti, lo tomé como forma de vida personal en la medida que pude. Tiempo después me interesé por el comunismo, por grandes figuras como Lenin o Stalin pero no me sentía parte de nada. La gente que comparte estas ideas se dedican a destripar a los que son menos comunistas que ellos, socialismo de patio de colegio, así que me aparté. Quizá sea un modelo mucho mejor que la basura en la que estamos sumidos, pero no hay fuerza para empujarlo. Y me da pena hacer un análisis tan frio, superficial y poco rigoroso de un tema tan espeso, pero es lo que siento, hastío.
No todo ha sido malo, tengo unos padres geniales, cosa que no todo el mundos puede decir. Me siento integrado en un grupo de amigos de la universidad y en mis tiempos de ocio tengo mi «clan» particular de gente maravillosa. Y aunque noto el afecto que me tienen e intento devolvérselo no puedo evitar sentirme sólo.
En los últimos tiempos he intentado evolucionar como persona, siguiendo las enseñanzas de Nietzsche y del Marqués de Sade, con mucha pedantería, todo sea dicho. Pero no me encuentro, todo va bien mientras me mantengo ocupado, pero llega la noche, llegan los solitarios viajes de tren. Noto que no encajo aquí. Me siento frustrado y cansado. Me gustaría reírme de todo esto, vivir la vida como si fuera una larga obra de teatro, pero esta es fea, corta y monótona.
Así que mi resumen vital es haber sido martirizado, haberme revelado contra contras las cadenas de este sigo, siendo apartado todavía más, y alcanzar la locura buscando ser querido por quien soy y no por como soy. Esos son mis pecados, este es mi orgullo.